Soy admiradora de “Amaral”, y de su canción “Sin ti no soy nada”, sin embargo, al oírla no puedo evitar pensar en el mensaje que envía. ¿Lo habéis pensado? ¿Dónde sitúa la felicidad esa canción?
En ti mismo/a? Va a ser que no…. Ah! Y no te autoengañes, tampoco resulta efectivo el hecho de pensar que con este comportamiento se es tan altruista que se da todo por el otro.
La persona dependiente emocional tiene una serie de insatisfacciones afectivas que intenta compensar mediante sus relaciones de pareja. Acostumbra a tener una historia de carencias afectivas importantes por parte de la família, entorno, etc., y no está acostumbrada a ser querida de verdad. A pesar de ésto, continúa buscando satisfacciones emocionales en su entorno sin desvincularse de los demás, sin desconfianza ni hostilidad. Viven sus relaciones de una manera hiperintensa, exagerada, y a “colgarse” rápidamente de alguien.
El/la dependiente emocional vive necesitando a su pareja, con un constante miedo a la soledad, a no ser querido/a, a la pérdida, tiene una baja autoestima, de aquí viene la necesidad de aprobación constante, de saber que el otro está ahí y, que debe manifestarle contínuamente su afecto, tiende a la manipulación, a la queja constante y al victimismo, tiene dificultad para vivir de forma independiente, siente celos, y es incapaz de tomar la decisión de dejar a su pareja para estar solo/a, aunque la relación que mantenga sea tóxica, inviable y hasta perjudicial. Se protegen del síndrome de abstinencia que les genera el estar solos/as saltando de una relación a otra, solapan relaciones largas con otras de transición y, en definitiva, es la típica persona que nunca está sola, siempre tiene pareja, rollo y/o alguien con quien flirtear. Cambiar de pareja sólo hace que profundizar en el problema, que es la propia necesidad afectiva.
Se trata de personas que sitúan su bienestar en el tejado del otro/a (locus de control externo), y, por sus aprendizajes, han desarrollado un patrón de conducta en el cual decir “no” está mal visto, porque frustra al otro/a. Como consecuencia, acaban viviendo la vida de otras personas/parejas y no las suyas propias, generando más baja autoestima y, a largo plazo, crisis vitales. Generalmente se aísla, e intenta por todos los medios aislar también a su pareja, por temor a que se den situaciones donde puedan aparecer hombres o mujeres que le generen inquietud, malestar, miedo a que le “roben” a su “objeto amado”. Las relaciones de las personas dependientes emocionales son desequilibradas y asimétricas, ellos/as piensan que dan mucho más de lo que reciben, exigen muchísimo! y de forma irracional, tienen muchas expectativas, y pocas personas podrán colmar sus demandas afectivas. Son relaciones carentes de igualdad y de respeto. En la actualidad, este tipo de patrones de conducta, cuenta con muchos medios para estar en contacto con la pareja: correo electrónico, whatsapp, facebook, twitter, sms., etc. Necesitan tener acceso a su pareja en todo momento.
Aunque existe la dependencia emocional dominante, los patrones habituales en estos cuadros son de sumisión a la pareja,la idealizan, la admiran y se sienten fascinados. Si vamos más allá, encontraremos sentimientos de inferiodidad, miedo al fracaso, al rechazo y poca autoestima. La persona dependiente emocional “apuesta todo” a su pareja, dejando de lado otros aspectos valiosos de su vida como la família, los amigos, el ocio, el tiempo a los demás y a sí mismo, en pos de una relación que piensa colmará todas sus necesidades afectivas. Lo más importante en la vida de estas personas es la pareja, y en muchos casos anteponen incluso a los hijos. Dan un cheque en blanco a sus parejas, de ahí el desequilibrio y los posibles abusos, soportan infidelidades, rechazos, humillaciones, etc., con tal de seguir manteniendo la relación por encima de todo, a costa del propio bienestar y del propio respeto hacia uno mismo. En los casos de dependencia emocional grave, la ruptura amorosa es tan temida que ni tan siquiera se tiene en cuenta, no se concibe ni tan solo en casos de deterioro manifiesto de la relación o incluso maltrato. Exclusivamente habrá ruptura cuando tome la decisión la pareja, y el dependiente intentará por todos los medios seguir con la relación y disculpar ante su entorno el menosprecio o maltrato que haya podido recibir.
Si finalmente se da la temida ruptura, el/la dependiente emocional puede desencadenar un síndrome de abstinencia donde predomina un estado ansiosodepresivo con ideación obsesiva relativa a la pareja, sentimientos de culpa, desapego por uno mismo, por la vida, sensación de pérdida de la capacidad para disfrutar y deseos constantes de reanudar contacto con la expareja. El cuadro ansiosodepresivo (que es el motivo habitual de consulta) posee algunas particularidades especiales, ya que ante la menor posibilidad de volver con su expareja o bien encontrar una pareja nueva, la sintomatología ansiosadepresiva desaparece y aparece un estado de euforia, optimismo y felicidad.
El tratamiento psicológico de este trastorno de la personalidad enmarcado dentro de las dependencies afectivas requiere por una parte del econocimiento por parte de la persona de que existe un problema en su forma de relacionarse y, por otra, de la motivación para el cambio. Las bases del tratamiento serán trabajar la autoestima, la psicoeducación en cuanto a relaciones simétricas, equilibradas, recíprocas, igualitarias, la reestructuración de la forma patológica de relacionarse y la generalización de aprendizajes adquiridos.
A estas alturas, muchos de vosotros/as os estaréis preguntando: ¿soy así? ¿mi pareja es así?, yo me pregunto ¿quieren a sus parejas o sólo las necesitan?