Es fácil criticar. No se necesita ni valor ni coraje, cualquiera puede hacerlo. Hay muchas personas que parece que es lo único que saben hacer. Dedican sus vidas exclusivamente a decir cómo deberían hacer las cosas los demás, en muchos casos desde el desconocimiento de los hechos. Se dedican a criticar y a juzgar porque no se atreven a hacer nada por sí mismos, no se atreven a correr riesgos.
Observad, hay muchas personas que se pasan el día quejándose, «mi pareja no me entiende», «mi jefe no me escucha», «la culpa es del gobierno», «la culpa es de la globalización», blablabla. La queja es inmadura e improductiva, no se crea nada desde la queja, bueno sí, más quejas.
Historia del perro que estaba sentado en un clavo.
Un hombre preguntó: «Porqué no se mueve el perro si no para de quejarse?» Y otro contestó: «Porque parece que todavía no le duele bastante como para moverse». Cuantas veces estamos sentados encima de ese clavo y nos pasamos el día quejándonos. Y, sin embargo, no somos capaces de tomar una decisión y levantarnos.
Una buena noticia es que tú no eres tus quejas, y que, en el momento en el que estés dispuest@, puedes asumir que tú, exclusivamente tú, eres el responsable de tu vida. A partir de ese momento, la perspectiva cambia, porque en lugar de mirar para fuera para buscar razones y causas de nuestros malestares, empezamos a buscar dentro, y dentro están las respuestas. Tú eres el creador al 100% de tu vida. Ir de víctima te quita poder, cedes el poder al otro, a los demás, a las circunstancias, al mundo. Siendo responsable de tu vida, te empoderas.
TU PASADO NO DETERMINA TU FUTURO. Tú decides siempre.